domingo, 13 de marzo de 2011

Cuando los Cocodrilos Reinaban

Famoso por sus poderosas quijadas, el cocodrilo del Nilo también domina con sus fuertes patas, lo que le permite atacar rápido y arrastrar ñus adultos. Foto de Olivier Bom, Biosphoto.

En el verano de 2008 un cocodrilo americano abandonó la bahía Biscayne de Florida, nadó por un canal y asentó su residencia en el campus de la Universidad de Miami, donde ocasionalmente interrumpía sus baños de sol para comerse una tortuga.

 

Este no fue el primer cocodrilo que apareció en el campus, pero sí el más famoso. A pesar

de que el cocodrilo resultó ser macho a la gente le dio por llamarlo Donna, en honor de la presidenta de la universidad y ex miembro del gabinete presidencial, Donna Shalala.

 

El primero de octubre, alguien mató a Donna, un hecho que indignó a estudiantes y profesores y que violaba leyes tanto estatales como federales. El cocodrilo americano está clasificado como "en peligro" en la legislación de Florida, y como "bajo amenaza" en la federal. Un mes después, la policía arrestó a un hombre y a un adolescente, quienes supuestamente querían el cráneo como trofeo.

Resulta tentador utilizar a Donna como metáfora de la difícil situación en la que se encuentran las 23 especies de crocodílidos reconocidas en el mundo, un grupo de reptiles relacionados entre sí que incluye cocodrilos, aligátores, caimanes y gaviales. Tras haber soportado millones de años de cambio climático en el planeta, el juego de las sillas de las placas tectónicas y otras vicisitudes ecológicas, estos reptiles se enfrentan a un nuevo reto para su supervivencia: nosotros.

 

La cola del cocodrilo del Nilo le ayuda a impulsar su sorprendente salto, como quedó demostrado en Bazoulé, Burkina Faso, donde el cocodrilo ha sido objeto de veneración durante siglos. Foto de Olivier Bom, Biosphoto.


 

En los años setenta del siglo XX la población de cocodrilos en Florida pudo haber descendido a menos de 400 individuos. La rápida y creciente población humana los ha expulsado de la mayoría de las bahías de agua salada en las que alguna vez vivieron; muchos murieron a manos de los cazadores furtivos por sus pieles y otros fueron capturados para exhibirlos vivos o disecados.

 

Desde entonces, las medidas de conservación han llevado a una recuperación de los cocodrilos de Florida, que actualmente suman unos 2000. "El manejo de cocodrilos no es física cuántica –explica Steve Klett, administrador del Refugio Nacional de Vida Silvestre Crocodile Lake, de Florida–. Si uno resguarda su hábitat y los protege para que no los maten, ellos responderán. El punto álgido ahora es el ámbito restringido: una vez que el hábitat haya sido ocupado, ¿adónde irán los cocodrilos?

En el caso de Donna, a un área urbana en la que se supone no debería estar… pero no había una opción mejor.

 

A menudo se dice que los crocodílidos actuales son sobrevivientes de la era de los dinosaurios. Eso es una verdad a medias. Los cocodrilos modernos han estado por aquí alrededor de unos 80 millones de años, pero estos son apenas una pequeña muestra de los parientes crocodílidos que alguna vez vagaron por el planeta al que, de hecho, alguna vez gobernaron.

 

Habitantes de Luisiana atrapan un cocodrilo con un pollo en un anzuelo. "Es como jalar un tronco –declara un cazador–, hasta que el reptil te ve. Ahí es cuando empieza la batalla". El estado administra una saludable cuota anual de cerca de 34 000 cocodrilos silvestres y 240 000 de criadero. El año pasado, ingresaron casi 60 millones de dólares por las pieles y la carne. Foto de Tyrone Turner.

 

Los crurotarsos (término que los paleontólogos utilizan para incluir a todos los parientes de los cocodrilos) aparecieron hace unos 240 millones de años, casi al mismo tiempo que los dinosaurios. Durante el periodo Triásico, los ancestros de los cocodrilos se expandieron en una amplia variedad de formas terrestres, desde animales delgados y de piernas largas, parecidos a los lobos, hasta enormes y temibles depredadores en la cima de la cadena alimenticia. Algunos, como el animal del género Effigia, caminaban en dos patas durante algún tiempo, y probablemente eran herbívoros. Los crurotarsos eran tan dominantes sobre la tierra que los dinosaurios se veían limitados a los nichos ecológicos que podían ocupar; eran de talla pequeña y pocos en número.

 

Al final del Triásico, hace unos 200 millones de años, un cataclismo desconocido eliminó a la mayoría de los crurotarsos. Con la tierra despejada de competidores, los dinosaurios ocuparon su lugar. Al mismo tiempo, enormes depredadores nadadores, como el plesiosauro, habían evolucionado en el océano, dejando pocas oportunidades para que otras especies también lo hicieran. Los cocodrilos que sobrevivieron asumieron una diversidad de formas nuevas, pero con el paso del tiempo vivieron, como lo hacen sus descendientes actuales, en los únicos lugares disponibles para ellos: ríos, pantanos y ciénagas.

 

La restricción en los nichos ecológicos pudo haber limitado las oportunidades evolutivas de las criaturas, pero también pudo haberlas salvado. Muchas especies de cocodrilos sobrevivieron la extinción masiva del Cretáceo Terciario, hace 65 millones de años, cuando un asteroide asestó un golpe mortal a los dinosaurios (salvo por las aves, a las que se les considera descendientes de los dinosaurios) y a otras formas de vida sobre la tierra y en los océanos. Nadie sabe por qué los cocodrilos sobrevivieron cuando tantas especies murieron, pero sus hábitats de agua dulce pueden darnos una explicación: en general, durante el evento del Cretáceo Terciario, las especies de agua dulce tuvieron más suerte que los animales marinos, que perdieron grandes extensiones de hábitat poco profundo cuando descendió el nivel de los mares. Su dieta variada y su habilidad para permanecer durante largos periodos sin alimento, debido a su sangre fría, también pudieron ayudarlos.

 

EL MUNDO DE LOS COCODRILOS Los crocodílidos actuales, que incluyen dos especies de aligátores, seis de caimanes, 14 de cocodrilos y una de gavial, residen todos a 4 200 kilómetros del Ecuador, aunque sus ancestros abarcaban casi de polo a polo. Algunas especies, como las del cocodrilo americano y del Nilo, se están reproduciendo, pero muchas otras decaen al tiempo que los humanos invaden su hábitat. Algunos, como el cocodrilo enano de África (arriba), son cazados por su carne. Unas cuantas especies, la más notoria el gavial, se habrán extinguido en su forma silvestre en la década siguiente. Foto de Frans Lemmens, Peter Arnold, Inc.

 

Con los dinosaurios terrestres y los monstruos marinos extintos, ¿por qué los cocodrilos no se apoderaron de la Tierra de una vez y para siempre? Para entonces, los mamíferos habían iniciado su marcha evolutiva hacia el dominio del mundo. Con el paso del tiempo, las líneas de cocodrilos más divergentes murieron, dejando a las formas de cuerpos aplanados y piernas cortas que conocemos.

 

"El principal cambio reciente en la conservación de cocodrilos ha sido el descenso de la caza ilegal en busca de sus pieles", dice John Thorbjarnarson, de Wildlife Conservation Society, experto líder en el grupo. La caza ilegal ha sido sustituida por criaderos legales donde se sacrifican determinadas cuotas de animales para comercializar la piel, lo que ha permitido que las especies se recuperen. "Si hace 20 años había 15 o 20 especies consideradas en peligro –explica Thorbjarnarson–, ahora sólo hay siete, y cada una de ellas refleja la pérdida de la mayor parte de su hábitat".

 

Especies como el aligátor chino y el cocodrilo filipino virtualmente ya no tienen hábitat, al haber sido expulsados de sus antiguos territorios por el crecimiento agrícola y urbano. Incluso, especies que han respondido de manera positiva a las medidas de conservación se enfrentan a un problema que es una versión a gran escala del que tuvo Donna: el contacto, y a menudo conflicto, con los humanos.

El gavial indio, especie con hocico delgado que alguna vez se extendió desde Pakistán hasta Myanmar, sufrió severos descensos de población a mediados del siglo XX. La recuperación en las décadas de los ochenta y noventa, gracias al descenso de la caza ilegal y al establecimiento de áreas protegidas, les dio a los conservacionistas razones para creer que se encontraba fuera de peligro, pero investigaciones recientes han demostrado que el número de gaviales nuevamente se ha desplomado, esta vez hasta alcanzar un estatus de "en peligro crítico".

 

 

JABADRILO Este carnívoro de seis metros de largo tenía un hocico blindado que podía utilizar para embestir y tres grupos de colmillos para desgarrar. Las cuencas oculares podían moverse hacia el frente para incrementar la visión estereoscópica como auxiliar en la caza; los músculos grandes y bien desarrollados le daban fuerza extra a la quijada para morder. Foto de Mike Hettwer.

 

Algunos crocodílidos en partes remotas del planeta no se encuentran en peligro inminente; otros, como el cocodrilo americano, han tenido recuperaciones sorprendentes. Sin embargo, queda por ver cuántos pueden sobrevivir en un mundo en el que sus humedales son codiciados por gente que va desde los agricultores de subsistencia hasta los diseñadores de campos de golf, y en donde algunas especies se ganan la enemistad al comerse a las mascotas e incluso a las personas.

 

Este ojo amarillo vigilante pertenece a un cocodrilo del Nilo, temible cazador perfeccionado durante eones de ensayo y error evolutivo. En el transcurso de 240 millones de años, estos depredadores y sus parientes han llegado a gobernar el Hades que hay entre el terreno seco y las aguas profundas. Sin embargo, a medida que su hábitat mengua, muchas especies enfrentan un futuro incierto. Foto de Bruno Calendini, Biosphoto.

 

 

Antepasado temprano del cocodrilo, el desmatosuchus habitaba las planicies de aluvión en Texas, Nuevo México y Arizona a finales del Triásico. Sus placas óseas, u osteodermos, también se encuentran en los crocodílidos actuales. Foto de Ira Block; réplica de cinco metros de un esqueleto fotografiada en el Parque Nacional Petrified Forest.

 

http://ngenespanol.com/2009/11/cuando-los-cocodrilos-reinaban-articulos/

 

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Allan E. Ovalles C.

Electrónica del Estado Sólido

 


 

Plumas Paternas

Datos nuevos revelan que pericos, halcones y carboneros cabecinegros son parientes cercanos.

 

Algunos pájaros que se ven muy distintos –un brillante colibrí y un grisáceo chotacabras– son parientes que se perdieron el rastro hace mucho. Algunos nunca considerados cercanos, como las aves canoras y los pericos, en realidad lo son. Y otros de comportamiento similar, como halcones y otras aves de rapiña, podrían no estar relacionados genéticamente.

 

Estos son sólo algunos de los hallazgos capaces de hacer aletear a cualquiera del Early Bird Project (Proyecto del Pájaro Madrugador), estudio referencial dirigido por el Field Museum de Chicago que comparó los genes de 169 especies y secuenció el ADN nuclear de 15 cromosomas para cubrir algunos grandes huecos de la evolución. La rama de las aves en la zoología siempre ha sido espinosa, debido a las escasas evidencias fósiles de las etapas del desarrollo, haciendo de la anatomía, el aspecto y el comportamiento los principales medios para establecer parentescos, hasta ahora. Con cinco años de valiosos datos, otras creencias volarán por la ventana.

 

http://ngenespanol.com/2009/04/plumas-paternas-vida-salvaje/

 

Allan E. Ovalles C.

Electrónica del Estado Sólido

 

La larga, curiosa y extravagante evolución de las plumas

 

El argo gigante del sureste de Asia es un faisán más o menos sin gracia… hasta que baila ante una hembra con las plumas de sus alas enormes abiertas en abanico, dejando al descubierto la superficie interior que se muestra en este segmento de 10 centímetros. Cientos de manchas similares a ojos encantan a las hembras.

 

 

Las aves vivas despliegan una diversidad de plumas hipnótica, cada una especializada en una tarea específica. Si la forma familiar de un vexilo largo variara mucho, podría fallar en el vuelo. Sin embargo, la evolución puede ser más creativa cuando se trata de las demostraciones durante el cortejo, de las cuales muchas dependen de plumajes coloridos. Muchas aves utilizan sus plumas para mantenerse frescas o calientes, hacer o reducir el ruido, flotar o caminar sobre nieve, concentrar el sonido y mejorar la audición, construir nidos, ayudar a la digestión, llevar agua y escapar de depredadores al des- prenderse de sus plumas, igual que una lagartija lo hace con su cola. "Las plumas son lo más complejo que puede crecer de la piel de cualquier organismo –dice Richard Prum–. Es sorprendente cómo miles de estructuras diversas trabajan en conjunto para crear el plumaje".

 

 

Faisán pavo real gris. Pluma oculta de la cola, despliegue del abanico

 

La mayoría de nosotros nunca podrá ver las grandes maravillas de la naturaleza en persona. No veremos el ojo colosal de un calamar, tan grande como una pelota de basquetbol, pero hay una maravilla natural que casi todos podemos ver con solo salir: dinosaurios que usan sus plumas para volar.

 

Las aves son tan comunes que es fácil dar por sentada su herencia de dinosaurios y el plumaje ingenioso que las mantiene en el aire. Para soportar la fuerza del aire que se le opone, una pluma para vuelo tiene una forma asimétrica: el borde frontal es delgado y rígido; el posterior, largo y flexible. Para elevarse, un ave solo debe inclinar sus alas y ajustar el flujo de aire encima y debajo de ellas.

 

Las alas de los aviones explotan algunos de los mismos trucos aerodinámicos. Sin embargo, el ala de un ave es mucho más. Desde el eje central de una pluma se extiende una serie de barbas delgadas, de las cuales brotan barbillas más pequeñas, como si fueran ramas de un árbol, alineadas con ganchos pequeños. Cuando estos se sujetan con los ganchos de las barbillas vecinas crean una red estructural muy ligera pero notablemente fuerte. Cuando un ave se limpia las plumas con el pico, las barbas se separan fácilmente y después vuelven a su lugar.

 

Guacamaya roja. Pluma oculta del ala, vuelo

 

El origen de este mecanismo maravilloso es uno de los misterios evolutivos más perdurables. En 1861, justo dos años después de que Darwin publicara El origen de las especies, los trabajadores de una cantera en Alemania desenterraron fósiles espectaculares de un ave del tamaño de un cuervo llamada Archaeopteryx, que vivió hace 150 millones de años. Tenía plumas y otros rasgos de los pájaros vivos, pero también vestigios de un pasado reptiliano, como dientes en la boca, garras en sus alas y una cola larga y huesuda. Igual que los fósiles de ballenas con patas, el Archaeopteryx parecía capturar un momento de una metamor- fosis evolutiva crucial. "Es un gran caso para mí", le confió Darwin a un amigo.

 

 

El caso habría sido más significativo si los paleontólogos hubieran podido encontrar una criatura más antigua, dotada de plumas más primitivas, algo que buscaron en vano durante el siguiente siglo y medio. Mientras tanto, otros científicos buscaban esclarecer el origen de las plumas al examinar las escamas de los reptiles modernos, los parientes vivos más cercanos a las aves. Tanto escamas como plumas son planas, así que quizá las escamas de los antepasados de las aves se estiraron, generación tras generación. Después puede que los bordes se deshebraran y separaran, convirtiéndose en plumas verdaderas.

 

Búho manchado. Pluma de ala con borde serrado, amortigua el sonido

 

También tiene sentido que este cambio ocurriera como adaptación para poder volar. Imaginemos los antepasados de las aves como pequeños reptiles escamosos de cuatro patas que vivían en las copas de los árboles y saltaban de árbol en árbol. Si sus escamas se alargaron, les proporcionaron más y más elevación, lo que habría permitido que las protoaves planearan un poco más lejos cada vez. Tal vez más tarde los brazos se convirtieran en alas que podían mover hacia arriba y hacia abajo, transformándolos de planeadores a verdaderos y poderosos voladores. En pocas palabras, la evolución de las plumas pudo haber ocurrido al mismo tiempo que la evolución del vuelo.

 

Esta noción de que las plumas condujeron al vuelo se empezó a desenredar en los años setenta del siglo xx, cuando el paleontólogo de Yale, John Ostrom, observó similitudes sorprendentes entre los esqueletos de las aves y los de dinosaurios terrestres conocidos como terópodos, grupo en el que están incluidos monstruos taquilleros como el Tyrannosaurus rex y el Velociraptor. Ostrom sostiene que resulta evidente que las aves son descendientes vivos de los terópodos. Sin embargo, muchos de los terópodos conocidos tienen piernas grandes, brazos cortos y colas largas y gruesas, una anatomía que difícilmente esperaríamos encontrar en una criatura que salta entre los árboles.

 

En 1996, paleontólogos chinos ofrecieron un apoyo sorprendente a la hipótesis de Ostrom. Se trataba del fósil de un terópodo pequeño de brazos cortos de hace 125 millones de años, el Sinosauropteryx, que tenía una característica extraordinaria: una capa de filamentos delgados y huecos que le cubrían lomo y cola. Por fin ha- bía evidencia de plumas primitivas verdaderas en un terópodo que corría en el suelo. En pocas palabras, el origen de las plumas tal vez no tu- viera nada que ver con el origen del vuelo.

 

Quetzal de cabeza dorada. Pluma oculta de la cola

 

Poco después, los paleontólogos empezaron a encontrar cientos de terópodos emplumados. Con tantos fósiles por comparar, empezaron a armar una historia más detallada de la pluma. Primero llegaron los filamentos simples. Después, diferentes linajes de terópodos desarrollaron varios tipos de plumas, algunas parecidas al plumaje esponjoso de algunas aves actuales, otras a barbas ordenadas de forma simétrica. Otros terópodos portaban listones rígidos de filamentos anchos, nada parecidos a las plumas de las aves vivas.

 

Los filamentos largos y huecos de los terópodos presentaban un problema. Si eran plumas primitivas, ¿cómo evolucionaron a partir de las escamas? Afortunadamente, hoy día hay terópodos con plumas similares a hebras: los polluelos bebés. Todas las plumas de un polluelo en desarrollo empiezan como cerdas que salen de la piel; es después que se separan en formas más complejas. En el embrión del ave, estas cerdas salen de segmentos de piel pequeños llamados placodas. Un aro de células de crecimiento rápido sobre la placoda forma una pared cilíndrica que se convertirá en la cerda.

 

 

Los reptiles también tienen placodas, pero en el embrión de un reptil cada una intercambia genes que provocarán que las células de la piel solo crezcan en el borde posterior de la placoda, lo que a la larga formará las escamas. A finales de los noventa del siglo xx, Richard Prum y Alan Brush, desarrollaron la idea de que la transición de escamas a plumas pudo depender de un cambio simple en las órdenes genéticas dentro de las placodas, lo que causó que sus células crecieran verticalmente a través de la piel en vez de horizontalmente. Una vez que los filamentos se desarrollaron, se necesitaron modificaciones menores para producir plumas cada vez más elaboradas.

 

 

 

 

Pavo Real. Compuesto de 3 imágenes. Universidad de Yale.

 

http://ngenespanol.com/2011/02/la-larga-curiosa-y-extravagante-evolucio%cc%81n-de-las-plumas/

 

Allan E. Ovalles C.

Electrónica del Estado Sólido

Pescaron un insólito tiburón prehistórico

Los biólogos del Cemma destacan que aportará luz sobre una especie desconocida.

 

S. PENELAS Surca los océanos del planeta desde épocas prehistóricas pero está rodeado de misterio. Su temible aspecto impresionó al pescador japonés que capturó al primer ejemplar de tiburón duende en 1897 y, desde entonces, las escasas apariciones de ejemplares apenas superan las setenta en todo el mundo. Dos de ellas han tenido lugar en aguas gallegas y curiosamente ambas se produjeron gracias a las redes del Gonzacove Uno, un palangrero con base en Marín.

 

La tripulación dio aviso de esta segunda captura accidental a la Coordinadora para el Estudio de Mamíferos Mariños (Cemma), cuyos expertos ya han registrado biometrías y demás datos de interés. El tiburón apareció en las redes cuando el buque faenaba a principios de febrero a cuatrocientos metros de profundidad frente a las costas gallegas y se trata de un macho de 161 centímetros de longitud.

 

"Esta especie vive a más de doscientos metros de profundidad y puede llegar a miles. Este ejemplar apareció al borde del acantilado de la plataforma gallega", explica Alfredo López, responsable del Cemma.

 

Ambas capturas certifican la existencia frente a las costas gallegas de una especie de la que se ignora casi todo. "Hay muy poca información en todo el mundo porque los ejemplares localizados son muy escasos. Por eso es tan importante que los pescadores nos avisasen. Nosotros vamos a elaborar un trabajo científico para darle difusión en ámbitos especializados y que resultarán de interés para otros expertos", destaca López.

Además de los datos, quienes deseen contemplar de cerca al imponente escualo podrán acercarse al Museo de la Sociedad Gallega de Historia Natural en Ferrol, donde será expuesto junto al primer ejemplar capturado en una vitrina especial para sus dimensiones. Mientras se construye el que será su último destino, el tiburón permanece congelado.

 

Según las explicaciones del propio Cemma, los paleontólogos relacionan al tiburón duende (Mitsukurina owstoni) con dos especies fósiles del Cretácico. De color grisáceo y rosado, destaca por su alargado hocico cartilaginoso con forma de espada plana y por su mandíbula retráctil, una característica de los tiburones primitivos. Cuando la proyecta hacia el exterior para capturar a sus presas parece contar con dos bocas.

La especie puede llegar a medir hasta cuatro metros y, aunque se desconoce el tamaño de las crías recién nacidas, se cree que la reproducción es ovovivípara.

 

Este escualo vive en todos los océanos aunque solo existen seis registros en la costa atlántica europea. El anterior ejemplar localizado en aguas gallegas por el barco marinense en 2003 medía 122 centímetros.

 

A pesar de tan extraños hallazgos, lo cierto es que frente a las costas de la comunidad se localizan poblaciones de otros tiburones más comunes y bien conocidos por los pescadores, pero sobre los que todavía no existen demasiados estudios.

 

Las especies más comunes son la tintorera y los marrajos azules, aunque también habita en nuestras aguas el tiburón zorro. Desde hace algunos años, biólogos del Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC de Vigo y la asociación Axena marcan ejemplares para su estudio y trabajan en la colocación de cámaras sobre los escualos.

 

 

http://www.lapatilla.com/site/2011/03/04/pescaron-un-insolito-tiburon-prehistorico-foto/

 

Allan E. Ovalles C.

Electrónica del Estado Sólido

 

Nadadores Milenarios

Se pensaba que el celacanto se había extinguido junto con los dinosaurios. Fue redescubierto en 1938 y aquí le hacemos una crónica en un testimonio fotográfico excepcional.

El nado lento y grácil del celacanto no se parece a ningún otro. Mueve sus aletas pectoral izquierda y pélvica derecha, a continuación la pectoral derecha y la pélvica izquierda, de manera similar al paso cruzado de los tetrápodos. Cuando el grupo de la expedición realizó su visita a comienzos de 2010, los celacantos ignora- ron a los humanos, dice el fotógrafo Ballesta, salvo por este de abajo: "En ese momento intentó sonreírme".

 

 

No aparece a diario un fósil viviente en una red.

 

Pero es lo que sucedió́ en 1938, cuando la curadora de un museo sudafricano llamada Marjorie Courtenay-Latimer descubrió́ una criatura extraña de escamas gruesas, aletas poco comunes y un lóbulo extra en la cola, en una redada, que por lo demás era ordinaria. Aunque no lo supo de inmediato, Courtenay-Latimer había redescubierto al celacanto, que, en teoría, se había extinguido al final del Cretácico, pero de algún modo sobrevivió́ a muchos de sus compañeros prehistóricos, morando en las profundidades del océano, imperturbable –y sin ser detectado– durante millones de años.

 

Desde este avistamiento fortuito se han hallado Latimeria chalumnae en diversos reductos del Océano Índico. Nadie sabe cuántos hay, quizá́ 1 000 o tal vez hasta 10 000. Debido a la profundidad de su hábitat, han sido fotografiados principalmente por vehículos sumergibles y operados a distancia. Unos buzos documentaron el pez por primera vez en 2000; en enero y febrero de 2010, un grupo que recibió́ capacitación especial se sumergió́ a grandes profundidades para tomar fotografías de una pequeña colonia en la Bahía de Sodwana, Sudáfrica.

 

http://ngenespanol.com/2011/03/nadadores-milenarios/

 

Allan E. Ovalles C.

Electrónica del Estado Sólido

Los Olvidados

 

¿Qué puede hacer una rana del tamaño de una moneda de un peso, cuyo hábitat se encuentra en el Pedregal de San Ángel, frente a un jaguar, animal icónico azteca? ¿O el pequeño conejo de los volcanes, de 30 centímetros de largo y único del género Romerolagus, que habita entre los 2800 y 4200 metros de altura en el Eje Neovolcánico, frente al águila real, la misma que devora una serpiente sobre un nopal en el escudo nacional?

 

A la rana fisgona de labios blancos o al llamado teporingo los han visto y conocen unos cuantos. Al jaguar y al águila, en cambio, se les ubica de inmediato como especies en riesgo sujetas a programas permanentes de rescate. Pero hay algo más. A la rana y al conejo mencionados sólo se les localiza en el país (en un área cada vez más reducida), es decir, son especies endémicas, mientras el jaguar, extinto en muchas regiones, aún se halla en parte de México y América del Sur, y el águila real, en América del Norte, Europa y Asia.

 

Esto no quiere decir que estas especies no importen sino que hace falta brindar mayor atención en las especies que pasan casi inadvertidas y que, además, son endémicas de México.

 

La Norma Oficial Mexicana (la NOM-059-SEMARNAT-2001) consigna a las especies en riesgo, pero es una de las más desconocidas y menos aplicadas en la práctica, según el doctor Carlos Galindo Leal, director de comunicación científica de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).

 

"Es fácil aplicarla cuando la gente pide permisos de colecta –para fines científicos o para crear una Unidad de Manejo Ambiental–, comercio, etcétera. Sin embargo, si la gente las colecta y comercializa sin pedir permiso, no hay manera de controlarlas. De hecho, el tráfico ilegal de especies es un gran problema", explica Galindo.

 

En México, 2596 especies se encuentran en alguna de las cuatro categorías establecidas en la norma referida: extintas (aunque podrían existir en cautiverio), en peligro de extinción (que su población ha disminuido drásticamente debido a la destrucción o modificación de su hábitat), amenazadas (que podrían desaparecer en corto o mediano plazo) y sujetas a protección especial (que se encontrarían amenazadas, por lo que habría que propiciar su recuperación y conservación). De estas, poco más de 55%, o sea 1449, son endémicas.

 

La Alianza para la Extinción Cero (Zero Extinction), iniciativa global de organizaciones en pro de la conservación de la biodiversidad, reporta que México es el país con más sitios críticos en el mundo –lugares con las condiciones necesarias para albergar o conservar una especie o población clasificada en alguna categoría de riesgo–, con 63 de los 595 ubicados en el mundo, de los cuales 10 se localizan en el estado de Oaxaca.

 

Recuperar estas poblaciones a partir de criterios científicos permitirá que las 425 especies en peligro de extinción, 255 de las cuales son endémicas, no se sumen a las 49, incluido el emblemático lobo gris mexicano, hasta ahora consideradas como extintas y consigan salir de las sombras que cubren sus, a veces, pequeños hábitats.

 

 

Allan E. Ovalles C.

Electrónica del Estado Sólido

Los Nuevos Darwin

El padre de la evolución estaría maravillado de ver la ciencia que su teoría ha inspirado.

 

Los darwin de hoy pueden observar con detalle cómo las presiones, como la competencia y los cambios ambientales, son capaces de forjar nuevas especies. Pero Darwin también propuso otro conductor de la evolución: la selección sexual. En el Lago Victoria, la visión de los peces cíclidos se adapta a la luz de su entorno: en mayores profundidades, donde la luz disponible se desplaza hacia el extremo rojo del espectro, sus receptores visuales están predispuestos hacia la luz roja, mientras que más cerca de la superficie ven mejor en azul. Ole Seehausen, de la Universidad de Bern y del Instituto Federal de Ciencia y Tecnología Acuática de Suiza, encontró que los cíclidos macho han desarrollado colores llamativos para captar la mirada de las hembras: típicamente rojo cerca del fondo del lago y azul en las partes menos profundas. Las poblaciones azules y rojas parecen genéticamente divergentes, lo cual sugiere que están en proceso de convertirse en dos especies distintas.

 

Si la selección natural es la supervivencia del más apto (una frase acuñada por el filósofo Herbert Spencer, no por Darwin), entonces la selección sexual es la reproducción del más atractivo. Tiene el delicioso efecto de generar armas, ornamentos, cantos y colores, especialmente en los animales macho. Darwin creía que algunos de esos adornos, como las astas de los venados, les ayudaban a los machos a pelearse entre ellos por las hembras; otros, como las colas de los pavorreales, contribuyen al "encanto" (su palabra) de los machos para atraer a las hembras a aparearse. La verdad es que la belleza inútil le preocupaba, pues parecía una excepción a las acciones implacablemente prácticas de la selección natural. En abril de 1860, le escribió al botánico estadounidense Asa Gray: "Cada vez que la miro, ¡la simple vista de la pluma de la cola de un pavorreal me enferma!"

 

Su noción de la selección sexual fue amablemente ignorada por la mayoría de la opinión victoriana, a la que la idea de que las hembras eligieran de manera activa a sus parejas, en vez de rendirse tímidamente a los avances de los machos, la escandalizaba un poco. Incluso los biólogos abandonaron la idea durante casi un siglo, porque se obsesionaron con sostener que los rasgos evolucionaron para favorecer a las especies y no a los individuos. Pero sabemos que todo este tiempo Darwin estaba en lo correcto.

 

Darwin no especuló mucho acerca de por qué una hembra elegiría a un macho adornado. Ese es un asunto que aún entusiasma a los biólogos porque existen dos respuestas igualmente buenas. Una es simple moda: cuando las hembras eligen a los machos más hermosos, las demás deben hacer lo mismo o se arriesgarían a que sus crías no fueran atractivas. La otra es más sutil. A un pavorreal le resulta agotador y peligroso hacer que su cola crezca. Sólo pueden lograrlo los machos más saludables. Los pavorreales por debajo del estándar no pueden disimularlo. Y las hembras, al escoger de manera instintiva a los mejores machos, pasan así, inadvertidamente, los mejores genes a sus crías.

 

En uno de los vuelos de su imaginación, Darwin sostuvo que la selección sexual podría dar cuenta de las diferencias raciales en los humanos: "Hemos visto que cada raza tiene su propio estilo de belleza… La selección de las mujeres más atractivas por parte de los hombres más poderosos de cada tribu, que en promedio criarían un mayor número de hijos, después de muchas generaciones modificaría en cierto grado el carácter de la tribu". En cuanto a esa idea en particular, el jurado aún no se pone de acuerdo, pero hay indicios de que Darwin podría tener razón, al menos en parte.

 

Pensemos en los ojos azules. Darwin, como muchos europeos, tenía ojos azules. A principios de 2008, Hans Eiberg y sus colegas de la Universidad de Copenhague anunciaron que habían encontrado una mutación genética común a todas las personas de ojos azules puros. La mutación es el cambio de una sola letra, de la A a la G, en el largo brazo del cromosoma 15, que sofoca la expresión de un gen llamado OCA2, involucrado en la manufactura del pigmento que oscurece los ojos. Al comparar el ADN de los daneses con el de la gente de Turquía y Jordania, Eiberg calculó que esta mutación ocurrió únicamente hace alrededor de 6000 o 10000 años, bastante después de la invención de la agricultura, en un individuo en particular en algún lugar por el Mar Negro. De manera que es posible que Darwin sacara ojos azules debido a una letra mal deletreada en el ADN del bebé de un granjero del Neolítico.

 

¿Por qué se extendió este cambio genético de manera tan exitosa? No hay evidencia de que los ojos azules ayuden a la gente a sobrevivir. Quizás el rasgo se asoció con una piel más clara, que recibe más luz solar, necesaria para la síntesis de la vitamina D. Eso sería especialmente importante conforme la gente de los climas menos soleados del norte se hizo más dependiente de los cereales, los cuales no contienen suficiente vitamina D, como fuente alimenticia. Por otra parte, la gente de ojos azules pudo haber tenido más descendientes, principalmente porque resultó que eran más atractivos para el sexo opuesto en esa región geográfica. De cualquier manera, la explicación nos lleva de regreso a las dos teorías de Darwin: la selección natural y la selección sexual.

 

Curiosamente, el cambio de deletreo que causa ojos azules no está en el gen del pigmento, sino en un fragmento cercano de la escritura del ADN que controla la expresión de ese gen. Esto apoya una idea que se extiende en la genética y la biología evolucionista: la evolución no sólo opera cambiando genes, también lo hace modificando la manera en la que esos genes se prenden y apagan. De acuerdo con Sean Carroll, de la Universidad de Wisconsin en Madison, "el principal combustible de la evolución de la anatomía no son los cambios en los genes, sino las transformaciones en la regulación de los genes que controlan el desarrollo".

 

La noción de las modificaciones genéticas explica la humillante sorpresa de que las personas no parecen tener genes humanos únicos. A lo largo de la última década, cuando los científicos compararon el genoma humano con el de otras criaturas, ha salido a la luz que no sólo recibimos el mismo número de genes que un ratón –menos de 21000– sino que en la mayoría de los casos heredamos exactamente los mismos. Así como no se necesitan palabras diferentes para escribir libros diferentes, para hacer nuevas especies no hacen falta nuevos genes: sólo se requiere cambiar el orden y el patrón en que se utilizan.

 

Quizás más científicos debieron haberse dado cuenta de esto antes. Después de todo, los cuerpos no se ensamblan, como las máquinas en las fábricas; crecen y se desarrollan, por lo que la evolución siempre tendrá que ver con cambiar el proceso de crecimiento más que con identificar el producto final de este. En otras palabras, una jirafa no tiene genes especiales para un cuello largo, sino que sus genes de crecimiento del cuello son los mismos que los de un ratón; tal vez sólo estuvieron encendidos más tiempo para que la jirafa acabara con un cuello más largo.

 

Así como Darwin aprendió tanto de los armadillos fósiles como de las avestruces y los fringílidos aún vivos (véase "Las primeras pistas de Darwin"), sus descendientes científicos combinan el conocimiento profundo de los genes con el de los fósiles para entender la historia de la vida. En 2004, Neil Shubin, de la Universidad de Chicago, y sus colegas hallaron un fósil de 375 millones de años en la parte alta del Ártico canadiense: una criatura que encaja a la perfección en la brecha que hay entre los peces y los animales terrestres. La llamaron Tiktaalik, que significa "pez grande de agua fresca" en la lengua local inuktitut. Aunque claramente se trataba de un pez con escamas y aletas, Tiktaalik tenía una cabeza plana como las de los anfibios, con un cuello bien definido y huesos en el interior de las aletas que corresponden a los huesos superiores e inferiores del brazo y hasta de las muñecas de los animales terrestres.

 

Sin embargo, lo que Tiktaalik les reveló a Shubin y sus colegas en el laboratorio resulta igual de intrigante. Los genes del fósil se pierden en el tiempo. Pero, inspirados por el descubrimiento, los investigadores estudiaron a un ejemplar similar vivo: un primitivo pez óseo conocido como pez espátula, y descubrieron que el patrón de la expresión genética que forma los huesos en sus aletas es muy parecido al que articula los miembros en el embrión de un pájaro, un mamífero o cualquier otro animal terrestre. La única diferencia consiste en que en un pez se activa durante un periodo más corto. El descubrimiento invalida una vieja idea de que para la adquisición de extremidades se requiere un evento evolutivo radical.

 

"Resulta que la maquinaria genética necesaria para formar extremidades ya estaba presente en las aletas", dice Shubin.

 

Aunque la genética moderna reivindica a Darwin en muchas formas, también señala su error más grande. Las propias ideas de Darwin sobre el mecanismo hereditario eran un caos, y estaban equivocadas. Él pensó que un organismo mezclaba una combinación de los rasgos de sus padres, y más tarde en su vida comenzó a creer que este también heredaba rasgos adquiridos durante su existencia. Nunca entendió, como lo hizo el humilde monje moravo Gregor Mendel, que un organismo no es para nada una mezcla de sus padres sino el resultado conjunto de montones y montones de rasgos de individuos que pasaron a su madre y su padre de sus propios padres, y antes de sus abuelos.

 

El ensayo de Mendel que describe la naturaleza particular de la herencia fue publicado en un desconocido diario de Moravia en 1866, justo siete años después de El origen de las especies. Lo envió esperanzado a ciertos científicos prominentes de la época, pero fue ignorado. El destino del monje fue morir años antes de que la importancia de su descubrimiento fuera apreciada. Pero su legado, como el de Darwin, nunca ha estado más vivo.

 

http://ngenespanol.com/2009/02/los-nuevos-darwin-articulos/

 

Allan E. Ovalles C.

Electrónica del Estado Sólido

 

Garras de Rana

La rana peluda es una de las especies con garras de hueso que rompen su propia piel, extraño rasgo anatómico.

 

Las ranas africanas han llevado a la realidad las páginas de los cómics. Así como el personaje de los Hombres X cuyos puños esconden navajas mortales, algunas especies de ranas ocultan diminutas garras en los dedos de sus patas, las cuales cortan la piel del propio animal para blandirse contra algún enemigo.

 

Estos anfibios han estado rasguñando a los seres humanos –y sin duda a otros depredadores– durante años, pero nadie había buscado la causa. Mientras se encontraba recolectando ranas en Camerún, el biólogo de Harvard David Blackburn quedó intrigado cuando una de ellas lo arañó. Examinando especímenes de museos, ha encontrado 11 especies cuya anatomía de las patas traseras les permite provocar heridas. Durante las contracciones musculares inducidas por el estrés, dice, las agudas puntas óseas "perforan su salida hacia la funcionalidad".

 

Las defensas que dañan a quien las emplea son raras, y aún no se sabe cómo evolucionaron. Pero el daño que sufren es probablemente mínimo. "Sospecho que la piel sana muy bien –dice Blackburn–. Los anfibios tienen asombrosas capacidades regenerativas".

 

http://ngenespanol.com/2009/06/garras-de-rana-vida-salvaje/

 

Allan E. Ovalles C.

Electrónica del Estado Sólido

El Dspegue de los Perosaurios

El tupuxuara, un tipo de pterosaurio que vivió hace 112 millones de años en lo que hoy es Brasil.

 

Eran unos enclenques de forma rara, planeadores de la altura de una jirafa obligados a arrojarse desde un acantilado para alzar el vuelo. Por lo menos esa es la visión tradicional de los reptiles voladores llamados pterosaurios, que se extinguieron junto con los dinosaurios hace unos 65 millones de años. Pero una idea novedosa sobre el vuelo del pterosaurio ha captado la atención de los paleontólogos del mundo. De acuerdo con Michael Habib, estudiante de doctorado del centro Johns Hopkins, estas criaturas con aspecto de dragón –las más grandes rebasarían los 220 kilos– tenían la potencia para despegar desde el suelo. Habib, quien estudiaba el vuelo de las aves, dice que los huesos de las alas de los pterosaurios eran muy voluminosos para tratarse de frágiles planeadores. Pero las alas fuertes adquieren sentido si volaban primero lanzando al frente sus relativamente flacas patas traseras, y luego usaban sus miembros frontales para dar un explosivo salto de rana hacia el aire. Si esta teoría toma vuelo, los pterosaurios podrían ganar un nuevo y musculoso perfil en la historia del Mesozoico. —Chris Carroll

 

AL VUELO

Según una nueva teoría, el pterosaurio se inclinaba hacia adelante sobre sus alas, cual catapulta, y se impulsaba lejos del suelo. Una vez en el aire, batía las alas y volaba.

 

http://ngenespanol.com/2009/09/el-despegue-de-los-pterosaurios/

 

Allan E. Ovalles C.

Electrónica del Estado Sólido